08 marzo 2008

Los terroristas de ETA asesinan de nuevo.

No importa cuántas veces se repita que los terroristas no pueden condicionar la vida de todo un país, porque lo único cierto es que ayer, a menos de 48 horas de las generales del domingo, un solo pistolero de ETA consiguió cerrar anticipadamente la campaña electoral, que quedó suspendida de inmediato, y obligó nuevamente a toda la sociedad a volver la vista hacia el País Vasco.

Más en concreto hacia Mondragón, donde un terrorista asesinó de manera cobarde y premeditada a Isaías Carrasco, ex concejal del PSE en la localidad guipuzcoana, que murió tras ser tiroteado cuando acababa de subirse a su vehículo, que estaba estacionado junto al portal de su casa.

Isaías Carrasco.La banda, que quiso hacer del crimen un manifiesto político, consiguió tan solo alcanzar una nueva cumbre en la crueldad y la saña, puesto que el pistolero descerrajó hasta cinco tiros al socialista a bocajarro y en presencia de su mujer y de su hija.

La ejecución se produjo poco después de la una y media de la tarde, a altura del número 6 de la calle Navas de Tolosa, en el barrio de San Andrés, cuando un etarra, vestido totalmente de negro, a cara descubierta y disfrazado, al parecer, con una barba postiza, disparó al menos cinco veces a Carrasco, que acababa de subir a su coche tras abandonar su domicilio.

Los disparos, que se produjeron a poco más de un metro de distancia y a través del parabrisas del vehículo, le impactaron uno en la cabeza, otro en el cuello, dos en el abdomen y un quinto en el brazo.

Carrasco estaba en compañía de su esposa y de una de sus hijas, de las que se había despedido para acudir a su trabajo como cobrador del peaje en una autopista.

Según relataron varios testigos, antes de que llegaran los servicios sanitarios, la mujer y la hija de la víctima se abrazaron a ella, que había logrado salir del coche por su propio pie, e intentaron cortar la hemorragia. Además, ambas daban ánimo a Carrasco diciéndole «vas a salir de ésta», mientras él, tendido boca arriba totalmente ensangrentado, decía que no con la cabeza.

A los pocos minutos del ser tiroteado, el antiguo concejal fue trasladado hasta el Hospital de Mondragón, donde ingresó, aún con vida, a las dos menos 10 de la tarde. Tras intentar reanimarlo en varias ocasiones tras sufrir paros cardíacos, los médicos certificaron la muerte del ex edil sobre las 14,45 horas.

En el atentado participaron al menos dos terroristas, el que disparó y otro que le esperaba en un Seat gris plateado con las matrículas dobladas -falsificadas con el mismo número de otro vehículo-, en el que huyeron.

El asesinato no supuso riesgo alguno para los criminales, puesto que Carrasco había renunciado a tener escolta tras abandonar su cargo en el Ayuntamiento de Mondragón después de los comicios municipales de mayo, en los que no resultó elegido. El desvalimiento de su víctima y el modus operandi, tan simple como infalible, más que indicar una posible fortaleza operativa de la banda, pone de manifiesto que la organización criminal debe recurrir a métodos para los que no se requiere ninguna preparación ni infraestructura.

La última persona que ETA asesinó de forma similar fue el sargento de la Policía municipal de Andoain y militante socialista, Joseba Pagazaurtundua, que fue acribillado en febrero de 2003 mientras desayunaba en un bar. Aquél fue el último atentado de ETA en el País Vasco, donde, hasta ayer, llevaba sin matar más de cinco años.

Las dos últimas víctimas mortales antes del atentado de la T-4 fueron Julián Envit Luna y Bonifacio Martín Hernando, asesinados en Navarra el 30 de mayo de 2003 con una bomba lapa.

El ex edil del PSE es además la quinta víctima de la banda durante la legislatura, junto a los dos ecuatorianos que fallecieron en Barajas, Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate, y a Raúl Centeno y Fernando Trapero, los dos guardias civiles acribillados en Capbreton.

Como no podía ser de otro modo, el crimen concitó la crítica sin paliativos de todas las fuerzas democráticas, no así de ANV ni Batasuna, que se negaron a censurarlo.